A la mayoría de seres humanos nos interesa lo que sucede con nosotros.
Muchas veces buscamos nuestro bienestar.
Estamos enfocados en nuestras propias agendas.
En la relación con Dios hay un peligro muy grande y es intentar construir una relación por interés egoísta y no por amor.
Y digo que es un peligro muy grande porque Cristo dijo: «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.» Juan 15:5 Es decir sin Cristo no es posible hacer nada.
Primero es recibir la vida eterna. Procediendo al arrepentimiento y aceptando a Cristo como único y suficiente salvador.
«Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;» Hebreos 12:28
«Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias;» 1 Timoteo 4:4
«arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.» Colosenses 2:7
Una vida con actitud permanente de agradecimiento trae beneficios múltiples.
Y el mayor beneficio es que podrás cumplir el mayor propósito para el que fuiste creado que es dar gloria a Dios.
Agradecer aleja el orgullo de tu vida. Porque el agradecimiento hace que reconozcas que el bien que tienes no lo lograste en tus fuerzas, sino que lo recibiste y por eso lo agradeces.
Agradecer te da seguridad. Porque al agradecer ves la bondad de Dios en tu vida y sientes y experimentas la protección permanente de Él.
Agradecer te aleja de la tristeza y depresión. Porque al agradecer sientes alegría por el favor recibido y sabes que si Dios hizo eso por tí, y que Dios no cambia y su misericordia es para siempre, puedes estar seguro que en el futuro recibirás más favores.