Si puedes alcanzar la PAZ REAL, y aquí te muestro cómo lograrlo.
La Paz es como el bien más anhelado. Muchas veces se confunde con la felicidad.
Otras veces se cree que es consecuencia de la felicidad. Otras se piensa qué produce la felicidad.
Cómo tenerla produce confusión.
Muchos creen se obtiene por las posesiones.
O por los logros en la vida. En el éxito profesional. También mediante el éxito académico. Que se pierde la paz si hay enfermedad.
Este es el ejemplo de Cristo que sin culpa fue acusado y tuvo paz para no alterarse al frente de sus acusadores.
Tuvo tanta paz que pidió a Dios que perdonara a los que le acusaban:
«Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes». Lucas 23:34
En el momento más difícil que vivió les dijo a las mujeres que no lloraran por él. Era tal la paz que tenía que en ese momento consoló a las mujeres:
«Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos». Lucas 23:28
El primer paso es proceder al arrepentimiento y aceptar a Cristo como único y suficiente salvador.
«Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;» Juan 1:12
«El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios». Juan 3:18
La única forma de ser hijos de Dios entonces es aceptar a Cristo como único y suficiente salvador.
Desde el momento en que somos hijos de Dios, si podemos tener La Paz genuina. «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo». Juan 14:27
Si puedes alcanzar la PAZ REAL
Y podemos tener una paz que no es entendible desde el punto de la razón humana:
«Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús». Filipenses 4:6-7