La Biblia afirma «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.» Romanos 8:28
Hay momentos desafiantes en la vida. El problema no son los desafíos. Porque los desafíos si o sí van a venir. A todos nos pasan desafíos. El punto es cómo afrontamos los desafíos para salir del problema. Esto es la verdadera clave.
Algunos pueden salir de los desafíos por sus propios medios.
Ignorando completamente que Dios existe y apelando a la «grandeza del ser humano»
Otros creen que deben abandonarse a Dios.
Y no hacer absolutamente nada. «¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?» Santiago 2:20
«y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.» Santiago 4:17 Es decir que no es sólo confiar y en pasividad absoluta no hacer nada para ver que pasa.
Otros nos apoyamos en Dios con una fe activa.
Esto es orar, confiar en que Dios hará. Sin embargo nuestra función es sembrar. La siembra aquí quiere decir, actuar con los dones que Dios nos dio, en obediencia a lo que Él quiere que hagamos y tener de que Dios dará la cosecha. Esto de la cosecha aquí es el sustento, la solución. La provisión.
Dios nos escoge y Cristo dice: «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. » Juan 10:27-28 Es Cristo el que nos llama, y nos da la vida eterna. Nada hay en nosotros que podamos hacer para ser parte de la familia de Dios.
Somos adoptados por Cristo. Igual que una adopción normal en la tierra. Es Cristo el que decide adoptarnos y entonces hacemos parte de la familia de Dios.
Una de las bendiciones que recibes al aceptar a Cristo como único y suficiente Salvador es: «Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi suerte.» Salmos 16:5
Me encanta la afirmación de VICTORIA que podemos tener: «Me diste asimismo el escudo de tu salvación; Tu diestra me sustentó, Y tu benignidad me ha engrandecido.» Salmos 18:35