Todo sale mejor si esperamos en el tiempo de Dios.
Dios es el único omnisciente. Es el único que todo lo sabe y además conoce por adelantado lo que va a suceder.
En nuestra ansiedad por lograr la rapidez podemos cometer errores.
El único error que no puedes cometer es rechazar a Dios.
Es el único error irreparable. Todos los demás errores pueden tener cierto grado de solución. Por eso debes proceder al arrepentimiento y aceptar a Cristo como único y suficiente salvador.
Y al ser parte de la familia de Dios, a través de Jesucristo. Por cierto, es la única manera para ser parte de la familia de Dios. Es en ese momento cuando tenemos dos opciones hacer las cosas en nuestro tiempo. O dejar que las cosas sucedan en la agenda de Dios para nosotros.
Por mi formación como médico, he cometido errores, por querer hacer las cosas a mi manera y en mi tiempo.
Y te confieso. Muchas veces con esa actitud me he equivocado.
Esta actitud tiene mucho que ver con orgullo. Y es precisamente por el orgullo que nos adelantamos a Dios. Queremos provocar acontecimientos, para ser exitosos y ser reconocidos por el mundo. Sin embargo hay una actitud mejor: «Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;» 1 Pedro 5:6
Nada como permitir que Dios sea el que gobierne nuestra agenda.
Dios es el que sabe cuándo nos conviene, lo que nos conviene.
Y una de las mejores herramientas para someternos a la voluntad de Dios es la paciencia.
Sólo con paciencia podemos esperar lo que Dios tiene para nosotros.
Desafortunadamente estamos en un mundo en el que la velocidad es lo que manda. Todo lo queremos hecho en microondas. Y perdemos así tantas bendiciones!!
«Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; Derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio. Selah» Salmos 62:8