Amados hermanos y amigos en Cristo: hoy hablaremos del AMOR EL VÍNCULO PERFECTO
El término vínculo se debe entender como lazo, atadura, unión o sujeción de una finca al perpetuo dominio de una familia.
Pero por aquí en el siguiente pasaje se expresa Pablo así: “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que así mismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos” (Col.3:14-15).
Es cierto que la caridad o el amor merecen ampliamente ese hermoso título: “el vínculo de la perfección”.
Y es cierto porque retiene viva la unidad de todos los otros elementos de la caridad, en particular todos los caracteres de la vida cristiana, como son unidad, paz, amor y agradecimientos
El objetivo específico es “vestirse de amor” para alcanzar el vínculo perfecto.
Entonces vistiéndose en amor se logra ese vínculo perfecto o el resultado deseado.
Todo lo que no este animado por el amor, se puede conjeturar que no hay vida allí. Y el verdadero amor, se trata extender la mano a los necesitados, no quedarse quieto en los momentos de emergencias. Esto debido a que la caridad no solamente contiene todas, acciones de amor. También se conectan directamente con el Dios de amor. Y también nos mantiene en primera línea como dice: “El amor no hace mal al prójimo; así que el mandamiento de la ley es el amor” (Ro.13:19).
El vínculo perfecto, es sentirse atado y comprometido en todo momento al ser “vestido por el amor”.
Entonces lo único que permanece es como vemos en: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1a Co.13:13).
El apóstol Pablo identifica dicho vínculo del amor con la unidad del Espíritu, con la paz, que trae todos los conceptos acerca de la realización del ser humano.
Aprendemos esto en: “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Ef.4:3), obrando en los cristianos una misma fe, una misma esperanza, un mismo amor. Esto lo expresa en: “y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Ro.5:5).
Es cierto que, para tiempos de prueba, no deben cesar, estos tres elementos de la vida cristiana.
La fe que en asuntos de creer, es la fuente de todo conocimiento verdadero.
Comprende como presentes los bienes que son revelados y ofrecidos en Jesucristo.
Posee ya en la medida de su desarrollo, aquello de que gozáramos completamente cuando esa fe haya sido cambiada en vista.
La esperanza que descansa sobre la fe, pues no difiere de ella, más que en cuanto es dirigida enteramente hacia el porvenir, hacia la liberación, hacia la perfección.
La esperanza es el vivo sentimiento de que lo que seremos y ha sido aún manifestado.
Esta revelación para los hijos de Dios es tan necesaria para nuestra perfección, cuan cierta es, según las promesas de Él.
Así que el amor es mayor que la fe y la esperanza, que se da como el gozo anticipado del cielo.
Y es exactamente superior, debido a que el amor es mayor que todos.
Esto conlleva al vínculo perfecto, al vestirse de amor que le corresponde a todo creyente en Cristo.
El verdadero amor es ligado, atado y enlazado, para que el hijo de Dios, mantenga el vínculo perfecto y la paz como unidad.
Cuando nos vestimos de amor alcanzamos el vínculo de la paz, la que solamente da el Señor.
Vistámonos con el vínculo perfecto que es el cubrirnos con Cristo.
Su pastor y amigo: Julio César Beltrán Patarroyo
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