Amados hermanos y amigos en Cristo: hoy hablaremos de El Llamamiento a SERVIR
El llamamiento que Dios hace para comprometerse con su obra, solamente parte de la decisión del Espíritu Santo. La incertidumbre y las dudas se hacen presentes en la vida cristiana. Entonces esa decisión de trabajar en la obra del Señor, le corresponde efectivamente a Dios, quién llama a sus siervos y los unge con el Espíritu Santo,
Isaías, el profeta plantea el reto de aceptar el llamado cuando dice:
“Después oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, más no comprendáis” (Is.6:8-9).
Este es un llamamiento contundente y estratégico e inmediato porque dice: “¿A quién enviare, y quién irá por nosotros?”
Esta es una de aquellas preguntas que solamente admiten una sola respuesta “Yo iré, envíame a mí”. No hay duda que tiene dos sentidos: Uno el compromiso que Jesucristo aceptó para morir por el pecador en la cruz del Calvario.
El otro, es el llamado que Dios le hace a las personas, y se espera de ellas que anuncien a Jesucristo a quienes se encuentran perdidos. Así como Cristo dijo: Yo iré, envíame a mí”, de igual manera no hay opción de decirle al Señor, que no le va a servir, pues pedía un obrero y un mensajero.
A quien se le llamó, y estuvo dispuesto a aceptar dicho llamado, con todas las implicaciones que se presentan.
Este es el mejor ejemplo de quienes oyen la voz del Señor, y exclaman con una santa unción: “Heme aquí envíame a mí”
El Llamamiento a SERVIR
Se confirma que el verdadero siervo de Dios, quien recibió el llamado del Señor, va porque le impele un santo y profundo amor a la tarea. No duda en llevarla a cabo y se le considera que Dios no solamente le llamó, sino que le hizo siervo para estar sirviéndole con todas las implicaciones.
El anda que se utiliza en el pasaje, no es una orden, sino una aceptación de quién al recibir el llamado para servir en la obra del Señor, lo tomó en forma voluntaria.
El auténtico llamamiento es el clamor de un corazón que ha escuchado el mensaje celestial y le produce el anhelo de salir y anunciar al mundo, el amor de Dios. Aquí se muestra la visión salvadora de Dios, que se lleva a cabo por Jesucristo mismo y sus siervos.
El servicio del profeta fue aceptado, y Dios le dijo: Anda, y di a este pueblo. O sea que no fue un encargo fácil, sino verdaderamente complicado.
Pues, no iba a ser admirado y amado, mimado y lisonjeado, sino que tendría que desempeñar el papel del Siervo Sufriente del Eterno.
Frustrado por la aparente futilidad de su labor, se verá forzado a exclamar:
“¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?” (Is.53:1).
La pregunta se hace sencillamente como respuesta que a través de los años se ha mencionado y proclamado la palabra, pero la gente ha dejado de prestarle la verdadera atención.
Y no ha sido posible que comprenda esa predicación y se está cumpliendo que, “Porque muchos son llamados, y poco los escogidos” (Mt.22:14).
O sea que no ha sido fácil en ningún momento, pero hay que continuar anunciado la palabra hasta cuando el Señor venga.
El Llamamiento a SERVIR
Hermanos, hoy es más urgente que nunca anunciar al Señor y proclamar el evangelio de la salvación, debido a que los tiempos se están acortando como señal de la Segunda Venida de Cristo.
Su pastor y amigo: Julio César Beltrán Patarroyo
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