Los saludo apreciados amigos y hermanos en Cristo. Hoy hablaré de Una RESISTENCIA sin Igual
Cuando hablo de resistencia, me refiero exactamente a los lazos o ligaduras que no se pueden romper fácilmente, sino que permanecen para siempre.
En tiempo pasado hubo un tremendo accidente en los Alpes.
Cuando unos excursionistas escalaban para alcanzar el Everest. De pronto casi llegando a la cima, se rompió el lazo o la cuerda que utilizaban y por supuesto, las explicaciones no cuadraban con los hechos ocurridos.
Definitivamente ese tipo de lazos o sogas no se rompen y esa fue la única que se rompió en el momento inoportuno donde casi coronaban la cima.
Se puede decir que esa clase de lazos son irrompibles.
Las autoridades se pusieron a investigar la razón del accidente. Sorpresivamente encontraron que la soga que usaban en ese momento, le faltaba un hilo de cobre que va de extremo a extremo o sea de punta a punta de dicho cable y no lo tenía.
Por tal motivo se rompió el lazo y perecieron los que estaban sostenidos en ella. Fueron varios y tuvieron una muerte trágica.
La palabra de Dios dice:
“Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe” (Ec. 4:12).
Sin duda que el mismo principio lo tienen las sogas para escalar montañas encumbradas, pues el escritor dice que “cordón de tres dobleces no se rompe”, es decir tres son mejor que uno, sacan más provecho en todo lo que emprenden.
En Eclesiastés 4:9 dice: “Mejores son dos que uno”, Y si dice dos mejor que uno, pues mucho más son tres mejor que uno. Para no sentir miedo es mejor hacer amigos para sentirse acompañado y de esa manera se siente acompañado.
Así como se coloca a las sogas para ascender una vena de cobre, de igual manera la sangre de Cristo corre por entre los tejidos.
Es como hilo de la salvación para sostener a quien se arrepiente y confiesa sus pecados aceptando a Cristo como el Señor y Salvador personal.
Aquí ya no es uno quien lo acompaña, sino son dos, pues el Señor se mantiene ahí sin separarse y el Espíritu Santo quien lo sostiene hasta cuando el Señor venga en su Segunda Venida.
Esta unión con Cristo no se rompe, porque es para toda la eternidad.
La palabra del Señor dice:
”Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Jn.10:27-29).
Esta es la máxima expresión de seguridad que nos ofrece el Señor, pues él con el Padre son uno.
Esta seguridad no se puede romper por ningún motivo, pues somos el Cuerpo de Cristo y formamos el pueblo de Dios ganados por la preciosa sangre de Jesús derramada en la cruz del Calvario y realmente esta sí es “resistencia única” para defender la iglesia.
Hermanos, los invito a considerar siempre que estamos con la seguridad que nunca se rompe o fracciona, pues la sangre de Cristo va por el centro de la soga de la salvación que nos sostiene sin dejarnos claudicar en medio de la pandemia, la violencia y el pecado de idolatría que sacude a nuestro mundo.
Su pastor y amigo: Julio César Beltrán Patarroyo
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