Amados hermanos y amigos en Cristo: hoy hablaremos de LA OVEJA PERDIDA
La parábola de la Oveja Perdida, junto con la Moneda Perdida, son dos pasajes donde se demuestra el amor de Dios inmensamente significativos con la humanidad perdida por el pecado que acostumbra a cometer.
La parábola de la Oveja Perdida da la estrategia de cómo se pueden alcanzar almas para Cristo.
Es un trabajo de búsqueda permanente, pues son muchas las que andan desaparecidas, como lo enseña la parábola:
“y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. Entonces él les refirió esta parábola diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por novena y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (Luc.15:2-7).
Esta parábola está dirigida a los escribas y fariseos directamente, aunque también los discípulos se encontraban presentes y escuchaban acerca de la enseñanza.
Ellos desconocían totalmente que Dios busca a los pecadores sin importar su condición, y él mismo es quien toma la iniciativa de encontrarlos.
El trabajo pastoral es duro y difícil, debido a la topografía del terreno en Palestina. En esas tierras no había cercas y las ovejas vagaban a su antojo. Si se perdía una oveja, el pastor guardaba el rebaño y se iba en busca de la perdida, hasta encontrarla.
En el tiempo de Jesús, se apoyaban entre los pastores y se recomendaban las ovejas para ir en busca de la que se había perdido y no regresaba hasta que la encontrara viva o muerta y era obligación traerla.
Cuando se encuentra una oveja que se ha perdido, el corazón del pastor se llena de gozo.
Su vida como pastor ya no estaba en peligro, pues corría el riesgo de perder su puesto, pero la oveja se encontraba sana y salva.
Cuando eso sucedía le era obligación al pastor de todas maneras encontrar a su oveja, pues había cumplido a cabalidad su responsabilidad de pastor.
La costumbre era esperar al pastor que salía en búsqueda de la oveja. Los demás pastores, vecinos y amigos se preocupaban por la vida del pastor que salía a la montaña durante la noche y con tanto peligro.
Al verlo regresar con la oveja que se había perdido, era de gran alegría para todos.
Jesús hizo la aplicación de dicha actividad, debido a que en el cielo se celebraba igualmente el encontrar un alma que se había perdido, ya fuera un escriba, publicano o fariseo, había gozo en el cielo.
Cuando Jesús aplica sobre los noventa y nueve justos, se refiere a los fariseos que ellos se creían justos delante de Dios. Jesús es el que está dispuesto a entregar su vida por los pecadores como dice: “Porque el Hijo dl Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc.19:10).
Tres cosas: El amor de Dios es individual. El amor de Dios es un amor sin límites. Y Dios amante busca al pecador a través de la cruz de Cristo.
La iglesia debe comprender que, para Dios, todos somos muy importantes y por tal motivo el ejemplo de la Oveja Perdida, es muestra del grande y maravilloso amor que Dios tuvo con cada uno de nosotros.
Gracias Señor por amarnos a tal grado que nos salvó.
Su pastor y amigo: Julio César Beltrán Patarroyo
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