Primero es proceder al arrepentimiento y aceptar a Cristo como único y suficiente salvador.
«que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo».
El apóstol Pablo tuvo un desafío grande en su vida.
El lo llamó un aguijón de la carne. Le pidió a Dios ayuda para superar este desafío y la respuesta fue: «Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo». 2 Corintios 12:9
Algo similar sucedió con David.
Cuando aún era un pastor, el ejército de Israel estaba amenazado por los filisteos. Y Goliat el gigante paladín del ejercito filisteo había retado a los judíos.
Y es entonces cuando en el momento en que todos en Israel estaban atemorizados David dice: «David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo». Samuel 17:34:37
Nuestra fuerza es limitada. Somos falibles.
Dios es perfecto y su fuerza es ilimitada.
Deposita tu confianza en Dios. Ama a Dios con todo tu corazón. Entrégale tu debilidad. Él te dará acceso a su fuerza ilimitada.