Estamos en un mundo en el que la cantidad de «me gusta» en las redes sociales y cuántos seguidores tenemos para algunas personas se ha convertido en una obsesión.
Y es que muchas personas además de pasar horas en redes sociales revisando contenido, pasan horas intentando hacer que más personas los sigan.
Y es curioso porque como médicos tenemos además de este ministerio unos perfiles en los que enseñamos hábitos y estilo de vida activos y saludables, y desde luego es importante tener a quién hablarle. Porque sin audiencia no tiene sentido tener perfiles que divulgen información científica valiosa para la comunidad.
Sin embargo entendimos que lo más importante no es cuántos nos siguen, sin menospreciar a las personas. Sino a quién seguimos. Lo más importante no son la cantidad de «likes» o el nivel de interacción, sino el nivel de conexión que tenemos con la persona que seguimos y cuánto compartimos con otros de la relación que tenemos con la persona que seguimos.
Entendimos que lo más importante es el nivel de relación que tenemos con Dios, que la clave es seguirlo a El. Y compartir que lo estamos siguiendo, para que los que nos siguen se beneficien de las maravillas de seguir a Dios.
Cristo dijo: «Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.» Juan 15:4-5
Y esta es la clave de la vida. De nuevo Cristo afirma: «Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.» Juan 8:12
Así que atrévete a salir de la tendencia, atrévete a hacer lo que te conviene y no lo que es popular.